jueves, 20 de diciembre de 2018

SE DAN PORTES EMOCIONALES




Para A.M.G.T


A la mujer de cejas perfectas le gustan los cambios. De tanto en tanto. Porque sí. Porque sin cambios, se aburre. Y no consiente el aburrimiento en su vida.

Una mañana se levanta algo extrañada y con esa sensación conocida de dar un vuelco a su vida. Así que no duda y coge la mesita de noche que está allí y la pone aquí. Mueve la lamparita de allá para acá. Se aleja para coger perspectiva de la nueva ubicación. Le gusta lo que ve. Se empieza a sentir orgullosa de la decisión.  Así que animada ya con este nuevo principio arrastra la cama que pone aquí y el armario lo mueve de aquí a allí. Se da cuenta de un cuadro que no encaja allí y lo descuelga con rapidez para colgarlo aquí. 
Suspira profundamente y se coloca un mechón por detrás de la oreja. Presumida. 

Mueve el portarretratos de allí a aquí y la silla plegable de acá a allá. No acaba de convencerle este último movimiento así que la vuelve a poner en su lugar. Jadeante por el cansancio se fija en un viejo florero y lo cambia para ponerlo aquí. Por un momento siente como si la rosa seca sonriera en su nueva atalaya. Se alegra. Cambia los zapatos aquí, el abrigo allí y el sombrero lo deja allá. Desde el quicio de la puerta se da cuenta que las cortinas ya no hacen mucho allí. Las descuelga sin pensar y las deja caer en el rellano de la escalera que da al piso de abajo. Abre las ventanas y un rayo cegador de sol invade la estancia. 

Cansada se sienta en el suelo y suspira. Algo no acaba de encajar. Así que vuelve a poner la cama allí y el armario  aquí. Deja el portarretrato allí y la lamparita acá. No le acaba de convencer este último retoque así que decide volver a poner la mesita de noche allí. Descuelga de nuevo el cuadro y lo deja otra vez allá. Se gira y ve la rosa como temiendo de que la devuelvan a su lugar de origen y decide dejarla donde está. Finalmente recoge el abrigo, se lo pone, se calza y se encaja el sombrero. Sale y mira por última vez la estancia soleada. Cierra la puerta con energía.

No sé qué harían sin mí. Se dice a sí misma mientras baja las escaleras removiendo las caderas.