lunes, 5 de septiembre de 2016

NUEVE MICROPERSONAJES QUE NO EXISTEN





I
Soy como una mosca pintada en el papel de la pared. Nadie me ve aunque saben que estoy ahí. Que sigo siempre ahí. ¿Cómo hacer que mis alas vuelen? ¿Cómo impulsarme para desengancharme por fin de este papel pintado y emprender el vuelo que me permita experimentar, sentir, vivir?


II
De pequeño soñaba. Soñaba constantemente. Soñaba que vivía en la copa de un árbol. Me construía una casa con maderos y cuerdas, poleas y paja. Las hojas del árbol me servían de cobijo y el tronco de alacena. Y yo, me convertía, poco a poco, sin saber cómo, en el tronco del árbol mismo. Duro por fuera, vacío por dentro.


III
Esforzado al máximo. Ser buen hijo, buen hermano, buen estudiante, buen trabajador. Trabajador. Eso es. Como la abeja soldado que sabe bien su tarea, sale de madrugada a buscar rico néctar y vuelve con la faena hecha. Esperando recibir una buena palabra, un reconocimiento pero sin ser demasiado visto. No vaya a ser qué le diera la vergüenza.


IV
Punching bag. Recibo golpes, ataques, choques, impactos, codazos y leñazos. Y no me duele. Porque no tengo conciencia de ser un punching bag. Mi piel es cuero. Estoy colgado del alto techo y me balanceo. De aquí para allá. De allá para acá. Y, vuelta a empezar. Un punching bag que deja resbalar el sudor, la sangre, las lágrimas, las risas y el amor.


V
Lámpara mágica que espera ser frotada para conceder deseos. Más de tres. Más de cien. Lámpara mágica esperando ser descubierta en el fondo de la cueva. La cueva fría, oscura. Y no poder decir que no. Que este amo no me va. Que el genio soy yo y no puedo elegir. Que el que viene es el que toca. Y yo, pobre de mí, venga a conceder deseos.


VI
Contador de historias sin fondo. Contador de fantasías en mi mente, en la tuya, en la de todos. Cuenta, cuenta, me dicen. Y yo sonrío, o tuerzo la mueca. Contador de historias sin principio ni final. En el continuo de explicar, en el continuo de contar. Y no de uno a cien millones, por ejemplo. Contador silencioso que te escucha como cuentas.


VII
Soy el televisor que miro por las noches. Soy el libro que leo compulsivamente. Soy, también, aunque solo a veces, ese helado que me como. O el pijama que me pongo para echarme largas siestas. Soy la pantalla del ordenador que brilla en la oscuridad de la noche y se apaga al irse la corriente. Soy cosas. Y, muchas veces, la gran mayoría de las veces… ni siquiera sé que soy todo eso y mucho más.


VIII
Quiero morder, jurar, blasfemar, maldecir, ser cruel, inhumano, arrogante, indolente, impaciente, irritable, grosero. Chismoso y erótico. Confuso y concentrado. Pero, claro, de todo eso, la gran mayoría de las veces, me tengo que conformar con ser un halo de todo lo contrario.


IX

Soldado que renuncia a luchar por sus ideales. Desterrado de sus tierras, vaga indolente hacia no sabe dónde. Y, ¿sabes lo peor de todo? Ni siquiera sabe que huye.




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