lunes, 1 de septiembre de 2014

UN VIAJE IMAGINARIO



Una noche escuché, a lo lejos, detrás de los árboles: “siéntate delante de alguien y mírale a los ojos”. Y me levanté y mis pies empezaron a andar. Lancé varias flechas que hicieron el camino. El bosque era frondoso, húmedo. Vivo tras los helechos. En el cruce de caminos una señal sin palabras indicaba dos direcciones. Una serpiente cruzó mis pasos en varias ocasiones, dos gatos negros y varias ardillas. En un momento recordé que me quedaban pocas flechas y las lancé con criterio. Sin prisas. Al fin, en la puerta de una cueva, un delfín parecía que me esperaba. Sonrió. Entonces, y solo entonces, fue cuando me senté y lo miré. Y entendí.