jueves, 13 de octubre de 2016

MIRADAS FICTICIAS DE UNA REALIDAD CENTRÍPETA





Un hombre de pelo gris se baja las gafas a la altura de la nariz y mira, con interés, a la niña que juega en el parque. La niña, de rizos perfectos y vestido de puntillas, se para con la pelota en la mano y mira divertida al perro que espera. El perro, guardián adiestrado, babea y transpira con la boca abierta dejando entrever unos colmillos mal afilados y mira con ojos brillantes el palo que su amo le quiere lanzar. El hombre que tiene el palo en la mano, lo mueve y mira, lejos, a una muchacha que lee bajo un árbol. La muchacha mira con interés las líneas literarias del diálogo de su personaje principal: una mujer alcohólica que sigue intentando disimular. La alcohólica mira, con ojos tristes, a su hija, a través de una botella de bourbon que hay encima de la mesa de la cocina. La hija mira cómo llueve por la ventana y una gota resbala serpenteante dejando una estela en el cristal. La gota serpentea cristal abajo y deja entrever la realidad a través de su reflejo en la farola que alumbra la acera de enfrente. La farola ilumina trémula y parece que mira hacia abajo, como velando el pelo gris de un hombre que se baja las gafas a la altura de la nariz.


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