Un hombre de pelo gris se baja las gafas a la altura de la
nariz y mira, con interés, a la niña que juega en el parque. La niña, de rizos
perfectos y vestido de puntillas, se para con la pelota en la mano y mira
divertida al perro que espera. El perro, guardián adiestrado, babea y transpira
con la boca abierta dejando entrever unos colmillos mal afilados y mira con
ojos brillantes el palo que su amo le quiere lanzar. El hombre que tiene el
palo en la mano, lo mueve y mira, lejos, a una muchacha que lee bajo un árbol.
La muchacha mira con interés las líneas literarias del diálogo de su personaje
principal: una mujer alcohólica que sigue intentando disimular. La alcohólica mira,
con ojos tristes, a su hija, a través de una botella de bourbon que hay encima
de la mesa de la cocina. La hija mira cómo llueve por la ventana y una gota
resbala serpenteante dejando una estela en el cristal. La gota serpentea
cristal abajo y deja entrever la realidad a través de su reflejo en la farola
que alumbra la acera de enfrente. La farola ilumina trémula y parece que mira
hacia abajo, como velando el pelo gris de un hombre que se baja las gafas a la
altura de la nariz.
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