jueves, 29 de septiembre de 2016

VIII




Al hombre que le faltan dos dedos le gusta pasear por la Alameda que hay junto al río. Se respira un aire casi feliz en las noches de otoño. Allí,  se asegura que nadie mira, se quita los guantes y señala al cielo con sus ocho dedos al aire. Deja volar su imaginación y grita al viento que le deje seguir viviendo estos días de niebla.

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