Qué fácil.
Qué fácil parece desde afuera.
Tan fluidamente, tan sencillo todo.
Qué fácil parece cuando no conoces las oscuras ramas de la
indecisión.
Qué fácil cuando no tienes ni idea de la discapacidad del
alma.
Qué fácil, sí.
Qué fácil cuando no sabes.
Cuando no conoces ni una ínfima parte de lo que se esconde
tras la eterna sonrisa.
Tras los ojos que
miran con brillantina.
Tras las manos de
plastilina
que trabajan sin cesar.
Tras el pecho que esconde un corazón remendado.
Parcheado. Descosido.
Qué fácil parece.
Sí, cuando ni siquiera te esfuerzas
por mirar.
Me encanta.
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