El hombre más grande del mundo camina pisando fuerte. Como
si debajo de sus grandes pies hubiera un terremoto que tuviera que detener. El hombre
más grande y fuerte del mundo sostiene con fuerza y determinación su futuro. Y
su presente. El hombre más grande, fuerte y valiente del mundo mira al mar con
el ceño fruncido, escrutando el horizonte.
Y a veces, solo a veces, recuerda que hace años él también
sucumbió a la gravedad del tormento. A la pesadez del dolor y la desazón. Pero
se sacude esos recuerdos de encima. Rápido. Rápido como un galgo que se sacude las pulgas.
El hombre más grande del mundo no sabe aún como dejar de
sostener el firmamento. Porque sus estrellas emigraron.
Solo a veces, muy pocas veces, es capaz de derretirse al
sostener al recién nacido. Solo a veces, muy pocas veces, es capaz de comprender
que el universo se encuentra ahí. Entre los deditos que le agarran con fuerza su
mano y los ojos, enormes, que le miran con amor.
Un beso a la mujer más grande del mundo
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