HOMBRE y MUJER en la quinta planta de un centro comercial. La mujer
espera en la entrada del cine y el hombre, delante de un café. Momento de
espera. No se ven. El HOMBRE mira su reloj de tanto en tanto y se coloca unos
cascabeles en el pelo. La MUJER da cortos pasitos arrastrando los zapatos por
el suelo, atada a la cintura lleva una caja de madera. Las caras mutan
lentamente.
Finalmente se
encuentran.
HOMBRE: ¿Dónde
estabas? Habíamos quedado en el café.
MUJER: ¿En el café?
Nada de eso; dijimos en la puerta del cine.
HOMBRE: Sí, sí…
tienes razón. Tú siempre tienes razón… ¡Quedamos en el café hace unos días!
Estábamos en ese mismo café y dijimos de volver a vernos ahí.
MUJER: Pero… si ese
día quedamos en el parque… ¿cómo podías estar tomándote un café?
HOMBRE: Tú estabas
ahí, conmigo.
MUJER: ¿No estarías
con otra y me confundes? Hace tiempo que no tomamos nada juntos, ni un triste
vaso de agua.
HOMBRE: ve, y
pregúntale al camarero. Seguro que te recuerda. Cuando te levantaste hacia el
baño me comentó sobre tus piernas.
MUJER: ¿En serio?
HOMBRE: Sí. Y fue
entonces cuando le tiré la taza en la cara.
MUJER: Ahora
entiendo lo de camilleros…
Se
sientan en una mesa del café. Pausa. Pausa.
HOMBRE: … el parque.
MUJER: sí… recuerdo
unas plantas que te de irían de perlas para el jardín…
HOMBRE: ¿Caras?
MUJER: No sé. Pero,
eran muy… lilas.
HOMBRE: El lila
hace juego con el color de tus ojos.
MUJER: sí.
Silencio. Aparece
el camarero bailando cumbia. Toma nota.
HOMBRE: Un cortado.
Con la leche fría.
MUJER: Un café con
leche. Muy caliente, por favor.
Silencio. Silencio.
HOMBRE: … pero el
lila es un color muy caro, ¿no?
MUJER: más caro
resulta escuchar el corazón de las personas.
HOMBRE: Recuerdo a
mi tío. Le sonaba muy fuerte el corazón. Tanto, que no nos dejaba ver la
televisión por las noches. Bum… bum… bum…
MUJER: A veces
ocurre.
HOMBRE: Entonces,
subíamos el volumen. Y su corazón latía cada vez más fuerte. Bum… buum.. Una
mañana encontramos su corazón enganchado al techo.
MUJER: ¿Y la tele?
HOMBRE: Mi tía
decidió pegarla en el techo también. Para tapar la mancha roja de sangre.
MUJER: Cuando le
coges cariño a algo, no lo puedes soltar.
HOMBRE: Y al revés,
ocurre lo mismo.
Silencio. Silencio.
Silencio. Silencio.
Una gitana malasia
interrumpe con un ramo de rosas. La MUJER niega con la cabeza.
HOMBRE: No,
gracias. Lo estamos dejando.
MUJER: ¿Sí?
HOMBRE: Sí.
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