domingo, 10 de julio de 2016

RENDICIÓN Y LIBERTAD





A menudo piensas. Recompones el pasado en frases y sentencias. Reeditas tus ideas en un álbum de certezas imaginadas. Y te dices que esto es: te reafirmas en la razón. La que tienes. La que buscas.

Y la anhelas fuera, en las letras, en las normas, en ese otro que te confirma que a menudo piensas. Y piensas bien. Y piensas mal. ¡Qué más da! No hay nadie. En el fondo nadie te confirma en qué mar te encuentras. Buscas y buscas fuera de ti esa boya a la que agarrarte en el vaivén de la vida.

Y tienes miedo a equivocarte. Y tienes miedo de acertar. La vida siempre te ha servido el postre incierto. Ebrio. Desbocado. Desbordante. Vas y vienes. Vienes y vas.

Te hundes y flotas. Navegas a la deriva. Necesitas agarrarte fuerte a tus palabras. Y sabes cómo hacerlo. Te agarras con fuerza.

Tanta, que los nudillos te sangran. Tanta, que las manos te tiemblan. Tanta, que ya no estás seguro de si agarrarte es mejor que soltar.

Y sueltas. Con miedo. Te desprendes del anclaje. Te desprendes del deber. Te desprendes y empiezas a bailar.

Rendición sin música. Empiezas a bailar, a rodar y rodar. Caes y te levantas. Ruedas y saltas. Brincas y te mareas.


Ay, qué lindos, tus pies en movimiento. Ay, la belleza de verte, por fin, en libertad. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario