lunes, 24 de junio de 2013

MAGIA



El pequeño me miraba por encima de sus gafas de plástico azul. Me acerqué y le pregunté si había algo que sabía hacer bien. Magia, me contestó. ¿Magia? , pregunté. Mira , dijo. Y se levantó las mangas del jersey hasta los codos. Me enseñó las palmas de sus manos y se tocó la punta de la nariz. Puedo hacer aparecer cosas, dijo con total seguridad. De la comisura de sus labios asomaba media sonrisa y bajó la mirada. ¿Puedes hacer aparecer una sartén?, le pregunté para seguirle el juego. De pequeño nunca me gustó que las personas mayores no me creyeran. Él asintió e hizo tres movimientos de muñeca. Chasqueó los dedos y sopló en el aire. Chan, chan, chan, dijo muy teatral, alargó los dedos y se quedó quieto. Yo esperé. Él esperó. Levanté las cejas y empecé a sonreír. Puedo hacer aparecer una sartén, dijo. Pero no sé cuando. Al entender mi desconcierto, se giró y se fue.


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